dedicatoria

Este blog esta dedicado a esos seres de cuatro patas que nos acompañan a lo largo de nuestras vidas. Y que con su profundo respeto, fidelidad y cariño; nos demuestran como se comporta un verdadero amigo.

Y en especial lo dedico a mis tres perritas Shila, Duna y Lluna.

Y a mi querida Nala, que aunque su cuerpo ya no se encuentra conmigo, ella sigue muy presente en mi corazón.


lunes, 13 de septiembre de 2010

. . . la siguiente imagen conmueve el corazón.


La Doberman está embarazada

El bombero acaba de salvarla de un incendio en su casa, 
la salvó sacándola de su casa al jardín,
y luego continuó en la lucha contra el fuego.

Cuando finalmente se apagó el fuego,
el bombero se sentó para tomar aliento y descansar.

Un fotógrafo del periódico Noticias, de Carolina del Norte,
notó que la perra, en la distancia, miraba al bombero.

Vio a la Doberman caminar directo hacia el bombero
y se preguntó qué iba a hacer.
Así, que levantó su cámara.

El animal llegó hasta el hombre cansado
que acababa de salvar su vida y la de sus bebes.

El fotógrafo capto el momento justo en que la perra,
aún abrasada, besó al bombero.



Esta preciosa noticia, llego a mis manos por email.
Desconozco la fuente.

sábado, 28 de agosto de 2010

presentación


Hola!
Por fin nos dejan asomarnos y escribir algo ! ! ! ! !

Aquí estamos, somos Duna y Lluna, y somos las reinas de la casa ! ! ! !

De como y cuando conocimos a nuestra mama y a nuestros hermanos humanos, ya hablamos otro día, porque esperando el momento de contar nuestra historia no vamos a tener nunca la oportunidad de poder escribir y contaros las cosas tan chulis que nos pasan.

De momento que sepáis que somos dos perritas malcriadas, a las que adoran en su casa, y por las que su mami estaría dispuesta a todo . . . ! ! ! !
Y nosotras por ella . . . ! ! ! !

Tenemos un montón de familiares de cuatro patas, pero con la que más nos codeamos es con Shila, la perrilla de mi hermana humana y que fue también de mi mama hasta que mi hermana se caso y se la llevo con ella.
Sigue viniendo a nuestra casa muchos días, y salimos a pasear juntas; es un poco mayor y se a vuelto gruñona y se queja de todo, así que no aguanta las bromitas que le gastamos jejejeje.

Bueno, ya os iremos contando cositas.

martes, 2 de febrero de 2010

soy Shila, y quiero que me conozcais


Mis queridos amiguitos, hoy mi mami me ha dado la oportunidad de darme ha conocer ante vosotros. Así que voy a aprovechar para contar un poquito de mi y de como llegue hasta esta casa.


Me llamo Shila y soy una perrita afortunada porque tengo una familia que me adora. Ahora tengo 13 años y estoy un poco dolorida de las extremidades, sobre todo de las patas traseras, y me molesta andar mucho y subir cualquier desnivel, por pequeño que sea; pero . . . por lo demás estoy bastante bien.

Bueno . . . si obiamos que me han operado dos veces de las mamas porque se me hacían tumores y me han quitado las cadenas mamarias en ambos lados. Pero de eso me he recuperado estupendamente. Y eso que la última operación fue hace dos años, que yo ya era mayor!

Menudo veterinario no tengo!!!!

Bueno, no corramos tanto y empecemos por el principio.

Yo era un pobre cachorrito, como tantos otros, que alguien dejo abandonado en la calle. Me refugie en una barriada donde había un taller escuela, y los chavales me daban cositas y me hacían mimos cuando paraban para almorzar.

Aquel día, dos de aquellos chavales salieron del taller andando calle abajo. Hacía frío porque los días anteriores había llovido mucho y estaba todo muy mojado y para entrar en calor les seguí correteando y jugando. Ellos me siguieron el juego y me echaban carreras, y así seguimos hasta que llegaron a un portal y se pararon. Allí hablaron con una señora que se asomo por el balcón, sacaron un vehículo de su garaje, y se largaron.

¡¡¡Que royo!!!

¡¡¡Me dejaron con dos palmos de narices!!!
Y yo ahora ¿como los iba a seguir . . . ?

Allí me quede sentada, en un barrio que no conocía de nada, rezando para que volvieran a por mi.
Para colmo de mala suerte, en la esquina había un colegio. De repente empezó a sonar un ruido estridente, que no era exactamente una campana pero que querría significarlo, y allá que empezaron a salir todos los niños del colegio en tropel. Yo pillo el primer coche que veo y me escondo debajo por si las moscas. Aun así, un grupo de niños que me ve, se agachan queriéndome sacar.
Estirones de pata, de oreja, de rabo, empujones, gritos, gruñidos mios, algún intento de morder sin dientes; total que me acaban sacando de debajo del coche.
A mi el corazón me va a mil por hora.

¡¡¡Dios mio se acerca mi fin???
Un niño que me coge, otro que me estira, otro que exige su derecho y yo . . . cata pum!!! al suelo.
Menudo trompazo.

Yo corriendo, otra vez bajo el coche.
Cierro los ojos y tomo unos segundos de respiro.

En eso oigo una voz nueva:
-- Dejad ese perro que es mio!!!

Abro los ojos y me atrevo a mirar. Es una niña un poco mayor que los demás críos. A salido muy decidida del portal que hay allí enfrente. Les aparta a todos de un manotazo, se agacha y sin apenas darnos tiempo a reaccionar, ni a mi ni a los otros críos, mete la mano bajo el coche, me saca y conmigo en volandas vuelve a meterse en el portal y cierra.

Cuando quiero darme cuenta, me lleva apretada contra su corazón, me acaricia y me da besos de una forma tan tierna que todo el miedo del mundo se van derritiendo poquito a poco.

Cuando llegamos a su casa, entra como un torbellino. Le dice tantas cosas y tan deprisa a su mama que apenas la entiendo. Quiere que me deje quedarme, al menos hasta esa tarde cuando vuelva del colegio y puedan hablar y los niños traviesos se hayan ido.

¡Bueno que suerte! La mama esta de acuerdo. De momento voy a tener un respiro y mientras a ver que pasa!
Cuando nos quedamos las dos solas, la mama se mete en la cocina y sale con dos cacharros. En uno lleva agua y en el otro . . .

¡¡¡ Sorpresa!!!

. . . dos hamburguesas calentitas.

¡¡¡ Caramba !!!

Eso no se lo come una todos los días.

Después pasamos al salón y la mama se sienta en el sofá, yo me siento sobre la alfombra que da el solecito. Que bien se está así, con la tripita llena, calentita, sin sobresaltos, sin preocupaciones. La miro con ojos tiernos para expresarle mi agradecimiento y poco a poco me quedo dormida.

Que pronto se acostumbra una a lo bueno. Como si fuera lo más natural del mundo, cuando abro los ojos . . .

. . . voy a los pies de quién me ha demostrado cariño a buscar mimitos. Y la mama me toma en su regazo y me acaricia y me acurruco en un rinconcito de su falda.

Si aquello es tener familia . . .

. . . yo . . .

. . . quiero tener una.

Pensando en eso, me vuelvo a quedar dormida.

Cuando vuelve la niña, retoman la conversación que aplazaron cuando se marcho a la escuela. Ella quiere que me adopten, pero la mama dice que una decisión así no se toma a la ligera. De momento deciden que me quedo, mientras valoran si se pueden hacer cargo de mi.

¡Que días aquellos! ¡Que incertidumbre y que canguelo pasé esperando a ver lo que decidían! Aunque mi corazón me decía desde el principio que me iban a aceptar, y yo creo que ellos también lo tenían asumido. Pero había que hacer lo correcto.

Había un tercer humano en la familia al que consultar. Era un adolescente, y amigo de los chavales con los que yo había llegado hasta allí, que se mostró encantado de la vida con que yo me quedara. Pero esa no era la única cuestión. Ahora lo que más preocupaba a mamá era saber . . . ¿Quien se iba a ocupar de mi? Los dos gritaban, voz en cuello, que lo iban a hacer; pero la más creible parecía ella, como al final fue.

Ahora había otra cuestión. La madre le recordó a la niña que estaban esperando a que les dieran un cachorro de Yorkshire, pero que si se quedaban conmigo ya no iba a haber otro.

Y la niña aseguraba feliz que no quería otro y que yo era muy bonita, más bonita que una yorkshire aunque mi raza fuera indefinida.

Bueno . . .

algún rasgo, aunque lejano, tengo;

lo que pasa es que el pelo se me ha quedado un poco más corto y más borde!!!

pero en fin . . .

Superado lo más gordo, faltaba que mama averiguara que los chavalines que me dejaron no eran mis dueños y pensaban volver a por mi.

¡Por supuesto que no lo eran! Eso lo hubiera respondido yo, si me hubiesen preguntado y pudiera llegar ha hacerme entender.

Y llevarme al veterinario para saber más o menos mi edad y cerciorarse mama de que no iba a convertirme en un perro de tamaño demasiado grande. Por entonces tenia la brillante idea de que los perros grandes no caben en los pisos ( ni que los humanos no fueran más grandes que los perros y viven en los pisos).

Al final, y una vez seguros de que se van a poder hacer cargo de mi, deciden que paso a formar parte de la familia.

Que bien!!!!!!!!!
Y así llevo 13 años con ellos. Como podreis imaginar

¡Hemos pasado juntos tantas cosas!!!!

Han llegado nuevas hermanitas, algunas solo de paso.

La niña se hizo mayor, se caso, se fué a vivir con su marido y con su hijo a otra casa; y yo me marche con ella. Sigo viendo a mi mami casi todos los días cuando salimos a dar el paseo, ya que ella y mis hermanas suelen venirse con nosotras. Además, algunos domingos, las fiestas, y los veranos; nos reunimos todos en el chalet. Menudo jolgorio montamos. Seis en total (y hemos llegado a ser ocho) ya que entonces también acuden las tres perritas del chaval, que también se caso, tiene un crio y vive en otro pueblo.

Pero todo esto ya son otras historias . . .
. . . así que ya las iremos contando entre toda la familia.

miércoles, 27 de enero de 2010

a modo de introducción


Desde que era niña, me inculcaron el amor hacía los animales.
Desde mi más tierna infancia, recuerdo a mi padre contar maravillosas historias sobre sus mascotas. Eran otros tiempos en los que el se crió. Y por eso lo mismo hablaba de perros, que de gatos, de gallinas, que de caballos. De todos ellos tenía en su casa, con todos ellos convivió, y de todos hizo sus mascotas.
Yo no tuve tanta suerte, en mi casa se amaba a los animales. Pero mi madre lo más que nos permitía tener era un canario. Así que mi hermano y yo, adoptábamos a los gatos que se acercaban a nuestra terraza y les dejábamos las sobras de las comidas y agua. A cambio ellos agradecidos, nos dejaban acariciarlos y jugar con ellos cuando venían.
En la calle también teníamos adoptado al perro callejero de turno que vivía por la zona, al que alimentábamos y cuidábamos toda la panda. Venia con nosotros a todos sitios, menos a dormir. Pero para eso , le teníamos preparado un buen sitio con cartones y toallas en el solar donde le poniamos la comida.
Pero mi padre, que añoraba más que nosotros no tener un peludito en casa, se encontro un dia una perrita refugiada en el bajo donde nos estabamos construyendo nuestra nueva casa. Primero vino dando lastimitas y diciendo que le llevaria comidita y la dejaria refugiarse allí. Y poquito a poquito la fué trayendo hasta que convenció a mi madre y la hizó la reina de casa.
La llamamos Liri y era, como diría mi amiga Emibel, una mil leches. Pero a lista, me la juego.
Yo siempre he dicho y mantengo, que los animales que se recogen vagabundos son mucho mas listos y agradecidos, porque saben lo que es sufrir y luchar. La tuvimos muchos años y lo más curioso, cuando era muy viejita desapareció. Se fué y no la pudimos encontrar por más que la buscamos. Aquel día habíamos subido al chalet como tantos domingos y ella venía con nosotros.
Se conocía todo aquello como la palma de su mano, se llevaba recorriendo todos aquellos alrededores desde que era un cachorillo. Subíamos todos los domingos y en verano nos quedabamos a pasar los tres meses y ella siempre con nosotros. Y ese día llegamos, salió a dar una vuelta, y no regresó.

Sintió que se moria y no quiso que lo presenciaramos? . . . . . . . . .

se fué a morir sola? . . . . . . . . .

con la duda nos quedamos.

Ni viva ni muerta, nunca la volvimos a ver.

SUBIR HACIA ARRIBA . . .